El consejo de Gobierno del BCE ha anunciado hoy una primera subida de 25 puntos básicos en julio. Después de 11 años, el BCE anuncia su primera de la que puede ser una serie de subida de tipos: subida de tipos de interés de 25 puntos básicos en julio, otra subida en septiembre que podría ser superior a los 25 puntos básicos en función de las perspectivas de inflación, y nuevas subidas después de septiembre. El BCE también pondrá fin a sus compras netas de activos el 1 de julio. No se anunció ningún nuevo instrumento para hacer frente al riesgo de fragmentación (los diferenciales de los bonos nacionales).
Sobre todo ello, el vicepresidente del grupo Verdes/ALE y eurodiputado de En Comú Podem, Ernest Urtasun, ha comentado:
“La descomunal subida de los costes de la energía y -como demuestras los datos agregados del PIB de la zona euro más recientes- el excesivo crecimiento de los beneficios empresariales han sido los motores de la inflación. Por eso no compartimos la decisión del BCE, con una solución que limita la capacidad de respuesta de los gobiernos para afrontar la crisis energética y deprimirá los salarios y el empleo.
Una subida de tipos en combinación con el fin de la compra de bonos es potencialmente una bomba socioeconómica. Frenar el crecimiento económico después de 2 años de pandemia y en medio de una guerra es un movimiento totalmente imprudente. El endeudamiento de los países y las empresas se encarecerá en un momento en que necesitamos muchos recursos para garantizar la soberanía energética de Europa. Hoy necesidad de inversiones muy urgentes en la transición energética, también para asegurar nuestra independencia de los combustibles fósiles de Rusia.
Una subida de tipos encarece los préstamos, lo que hace que las empresas reduzcan sus inversiones. A la larga, el crecimiento económico y el empleo se retrasan, lo que a su vez reduce el crecimiento de los salarios. Así que los trabajadores pagarán el precio de la inflación impulsada por los beneficios, que por cierto ya está erosionando su poder adquisitivo.
Las medidas antiinflacionistas más eficaces no están en las circunstancias actuales en manos de los bancos centrales. Los gobiernos tienen un papel más importante y con menos efectos secundarios. Para frenar la inflación se deben reforzar las políticas de competencia para contrarrestar la fijación de precios y las espirales de beneficios creciente para determinadas empresas. Y por supuesto, debemos acabar lo antes posible con la dependencia e importaciones de combustibles fósiles, principales responsables de la subida de precios de la energía.”