Artículo publico en Eldiario.es.
Parecería, y así lo hemos creído durante meses, que la fuerte movilización ciudadana en Europa, así como la elección de Trump, habían enterrado definitivamente el proyecto del TTIP. Sin embargo, nos empiezan a llegar tímidas pero cada vez más notorias señales de que alguna cosa en este ámbito se está moviendo a un lado y otro del Atlántico.
Sin querer ser alarmistas, deberíamos prestar más atención a lo que está ocurriendo en los grupos de trabajo ejecutivos creados por Juncker y Trump a raíz de su reunión del pasado 25 de julio para resolver cuestiones comerciales transatlánticas. La declaración conjunta de esa cumbre indicaba dentro de su vaguedad que todavía no se había decidido nada y que el “Grupo de Trabajo Ejecutivo” no era más que un espacio donde no se iban a tomar decisiones relevantes, sino simplemente ir explorando posibles campos de colaboración futuras.
Sin embargo, hace unos días se celebró una reunión entre la negociadora jefa de la UE, Malmström, y el negociador jefe de Estados Unidos, Lighthizer, a raíz de la cual podemos ver cómo está surgiendo un enfoque común entre la UE y EEUU: la UE podría ofrecer cierta flexibilidad en materia de regulación a cambio de que Estados Unidos retire los aranceles sobre el acero y ponga fin a la progresividad arancelaria.
Por la experiencia que tenemos de la lucha contra el TTIP sabemos qué es lo que pretende Estados Unidos bajo el eufemismo de “eliminar barreras técnicas al comercio” y lo que quiere que la UE cambie en sus regímenes reguladores: la mayoría de las cuestiones señaladas son sumamente importantes, por ejemplo, para nuestra protección ambiental -regulación en el uso de químicos por ejemplo- a lo que ahora se añaden nuevos elementos de los últimos dos años, como la protección de datos. Fue precisamente nuestra profunda preocupación por estas cuestiones, entre otras muchas, lo que alimentó nuestro rechazo a las negociaciones sobre el TTIP.
No cabe duda de que la comisaria de Comercio de la Comisión Europea, Malmström, nos trasladará la idea de que no tenemos que preocuparnos de nada, que lo que eventualmente se negociará será solamente un pequeño acuerdo necesario, quedando pendientes las verdaderas grandes negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Estamos seguros de que insistirá de nuevo en que la Comisión Europea respetará todos los límites, y que de llegarse a un acuerdo sería simplemente sobre aranceles industriales, que no toca cuestiones sensibles.
En cambio, la realidad es que debemos estar especialmente atentos a estas posibles pequeñas concesiones reglamentarias por parte de la Comisión. Si un pequeño acuerdo de este tipo nos llega antes del final de año (Lighthizer ha declarado que se ha avanzado mucho y que podría estar listo en noviembre), no debemos dudar en llamarlo TTIP-light, porque la música suena a tratar de hacer realidad de inmediato algunas de las disposiciones que incorporaba el propio TTIP.
Atentos porque quizá en las próximas semanas tocará reactivar la batalla contra el TTIP, aunque ahora sea un acuerdo más restringido. Por nuestra parte, en el Parlamento Europeo, haremos todo lo que esté en nuestras manos para detectar cualquier negociación regulatoria en este sentido.