Este sábado vivimos un hecho histórico: un apretón de manos entre el presidente de Cuba y de los EEUU. Un hecho histórico, valiente, que supone el inicio de un deshielo tras décadas de enfrentamientos y que supone un paso más tras el restablecimiento de relaciones entre ambos países que se realizó el pasado mes de enero.
Cuba debe hacer muchos cambios: en la democratización del país, en el respeto de los derechos humanos y en la reforma de su sistema económico. Pero la mejor manera de contribuir al nuevo escenario de reformas abierto es el cese de las agresiones a su población y a su soberanía, dejando que Cuba haga su propio camino normalizando plenamente las relaciones políticas con la isla.
Estos gestos simbólicos, la presencia de Cuba en la Cumbre de las Américas y otros, pueden dar la sensación que la mayor parte del camino ya está recorrido. Nada más lejos de la realidad.
En las relaciones entre Cuba y los EEUU, siguen vigentes la Cuban Democracy Act de 1992 y la ley Helms-Burton de 1996, que son un auténtico atentado al desarrollo de la isla. No hace falta recordar, además, que se mantiene en vigor el bloqueo económico que lleva décadas estrangulando la vida de los y las cubanas. Un bloqueo condenado en reiteradas ocasiones por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Para EEUU, Cuba sigue figurando en la lista de estados que financian a terroristas, siendo los cuatro únicos países Irán, Sudán, Siria y Cuba. Y no hay que olvidar Guntánamo, esa cárcel de la Guerra del Terror cedida a los EEUU como base naval, cuya presencia de EEUU no es conforme a Derecho Internacional.
La gran pregunta que se hace todo el mundo en relación con los EEUU es si el cambio de política responde a una voluntad sincera de acercamiento a la isla fruto del nuevo escenario de reformas abierto o si por lo contrario se pretende mantener la misma política por otros medios. En cómo se vayan resolviendo las cuestiones anteriormente mencionadas encontraremos una respuesta a esta pregunta.
¿Y QUÉ HAY DE LA UNIÓN EUROPEA?
Aunque no lo crean, Cuba es el único país de América Latina con el que la UE no tiene un acuerdo de cooperación. A pesar de que Cuba es miembro de pleno Derecho de la Asociación Caribe-Pacífico, la UE no lo acepta como socio de pleno derecho y lo mantiene fuera del acuerdo de Cotonou.
Las relaciones entre ambos países están limitadas por la existencia de la llamada Posición Común adoptada bajo impulso de Aznar, que pretendía bloquear cualquier acercamiento a la isla y cuya modificación requiere la unanimidad del Consejo (difícil de conseguir por la oposición de muchos países de Europa del Este). ¡Qué inmenso error de la política exterior española! Atarse de pies y manos en Bruselas con este instrumento jurídico con un país con el que uno mantiene relaciones culturales privilegiadas. Así le fue a Margallo en su visita a La Habana, ninguneado por el gobierno (no fue recibido por Raúl Castro) y dejando a España fuera de juego en el nuevo contexto.
A pesar de la existencia de la Posición Común, la UE inició en 2013, usando las rendijas legales que permite el texto, la negociación de un acuerdo de asociación. Desde el Parlamento Europeo estamos empujando para que esta negociación termine con buen pie. Sería muy positivo y permitiría abrir el camino para una abolición definitiva de la Posición Común.
El Parlamento Europeo ha condenado en muchas ocasiones el bloqueo de los EEUU pero nunca se ha atrevido a pedir que la UE tenga una política independiente hacia la isla. En el nuevo contexto es el momento adecuado para empezar a andar un camino distinto.