Juncker ha presentado este miércoles su equipo al frente de la Comisión Europea.
Parece que Renzi ha puesto de moda en la Unión Europea aquello de innovar en las formas pero mantener el contenido. La estructura de la futura Comisión es novedosa, con una cadena de mando secundaria importante con la creación de siete vicepresidencias (ninguna de ellas ni para Francia ni para España, hágase notar), pero con responsables que garantizan la continuidad de lo hecho por la Comisión Barroso.
Lo primero que hay que decir es que la presencia de mujeres es escandalosamente baja a pesar de los esfuerzos realizados para aumentar el número. 9 mujeres de 28 no es una cifra aceptable, menor por ejemplo que la proporción de mujeres en el nuevo gobierno japonés. ¿Con qué cara puede presentarse Europa ante el mundo como adalid de la igualdad?
Por lo que a economía se refiere, más de lo mismo. A pesar de que Moscovici obtiene la importante cartera de economía, queda bajo la vicepresidencia de Katainen, exprimer ministro finlandés, un halcón de la austeridad. En su última comparecencia ante la Comisión de Economía del Parlamento Europeo hizo todo un elogio de los programa de la Troika a la que calificó, sin pudor alguno, de “abogados de los países acreedores”.
Por la cartera creada parece que Katainen será el encargado de pilotar el plan de inversiones que quiere lanzar Juncker por valor de 300.000 millones de euros. Poner a Katainen al frente es la mejor manera de que se convierta en papel mojado.
Mención especial merece también el comisario británico Jonathan Hill, que se ocupará de la cartera de “Estabilidad Financiera, servicios financieros y mercados de capitales”. Una cartera importante, que recae en una persona que ha trabajado durante casi dos décadas en lobbies que prestaban servicios a la industria financiera. La City al mando de la regulación financiera en Bruselas. ¿Cómo era aquello de refundar el capitalismo?
En materia de inmigración, el elegido ha sido un Ministro de Defensa. Como declaración de intenciones no está nada mal. Dimitris Avramopoulos, conservador Griego, garantiza la apuesta por la mano dura y el enfoque securitario, exactamente lo que hemos tenido hasta ahora.
¿Y qué decir de Arias Cañete? La política energética en manos de alguien que tiene intereses personales e inversiones en el sector: el zorro a cuidar el gallinero. La trayectoria de Cañete le inhabilita para dirigir nada relacionado con la transición energética, la unión energética y los retos de futuro. Trabajará para todo tipo de intereses, menos los ciudadanos.
En su posesión como ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente admitió literalmente que “desconocía todo sobre medio ambiente”. Se escudó en ello para renunciar a participar en el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas en el año 2012, delegando en un Secretario de Estado.
Greenpeace denunció sus incompatibilidades y conflicto de intereses. Las empresas donde Arias Cañete tiene intereses particulares eran beneficiarias de contratos públicos y además no se inhibió en decisiones del propio Gobierno donde pudiera haber conflicto de intereses. Es conocido también que sus empresas se han beneficiado de la reforma de la ley de Costas y de las ayudas de la PAC.
Añadir a sus responsabilidades en la Comisión el cambio climático, a las puertas de la definitiva Cumbre del Clima que debe celebrarse en París el año que viene, parece un chiste de mal gusto. En París debemos negociar el tratado que sustituirá al de Kyoto, la última oportunidad que tenemos para evitar la catástrofe climática. Y Europa va a mandar a negociar a Cañete. Aplausos para Juncker.
Finalmente el viejo camaleón luxemburgués juega al ilusionista con el Tratado de Libre Comercio con los EEUU. Poniendo a la progre Mälmstrom al frente de Comercio, Juncker pretende iniciar un juego de la seducción para convencernos de las bondades del Tratado en el que no debemos caer. Aviso para navegantes.
En definitiva, el recién elegido presidente de la Comisión nos ha presentado hoy una Comisión masculina, innovadora en las formas y continuista en las políticas, y situando en áreas clave a sus peores candidatos, llámense Katainen, Hill o Cañete.
Ahora nos toca a los parlamentarios europeos decirle que no, y exigirle que rehaga su propuesta.